
Esta tarde, cuando faltaban dos minutos para acabar mis dos horas de clase con el grupo de primero, he experimentado la mayor emoción de mi vida.
¿Cómo contenerla? No podía. He tenido que compartirla con mis alumnos y alumnas. Un pequeño sonido de wassap recibido, sonido que he reconocido como de mi hija, había sonado. Mis dos hijas habían ido a la consulta del ginecólogo, a Valencia, ¿les habrá pasado algo? Lo miro…, no lo miro…
Decido ver el mensaje: tres archivos fotográficos de la ecografía. Mi niña me la había mandado con la ilusión de madre que lleva en sus entrañas. Era la primera vez que podíamos verlo, ¿será niño?, ¿será niña?.
Mis ojos se empañan suavemente; no puedo controlar la emoción y muestro, a cada una de ellas y al único alumno que había en el aula, las imágenes recibidas.
Voy a ser «iaia», les digo, con una voz entrecortada, una sonrisa de plena satisfacción y un orgullo fabuloso. La miran compartiendo mi ilusión y dicen: enhorabuena.
Tenía una hora de guardia y bajo a la sala de profesorado. Vuelvo a mostrar orgullosa las mismas fotografías a los compañeros y compañeras que allí se encontraban.
Una de ellas, amiga de hace muchos años, y que también conoce a mi hija me pregunta: ¿Ya lo ha dicho en el trabajo? Sí, he contestado. Lo hizo hace creo que una semana. Había compartido con ella mis preocupaciones contándole que pasaba malas noches, tenía angustias continuas, de día, de noche. Un día tuvo que ir él a llevarla al trabajo a Valencia y volver por ella porque se sentía mareada. Otro, en la carretera lo paso muy mal porque le entraban arcadas y tuvo que parar.
Hace un mes había superado una entrevista de trabajo. Ilusionadísima me llamó cuando le comunicaron que tenían intención de contratarla indefinidamente tras superar el período de prueba y un contrato, creo recordar, de seis meses. Le dijeron que le completarían el paro primero con una media jornada y luego le formalizarían un contrato a tiempo completo. ¡Estaba rebosante de alegría!
Contándoselo a mi amiga me dijo «quan que m’alegra, la xiqueta s’ho mereix; és una professional com una catedral». Llevaba sin trabajar desde el accidente de coche que sufrió cuando, otro coche, saltándose un stop la arrolló. Las lesiones que le ocasionó la fuerte colisión la llevaron a una baja de ILT y un tiempo de rehabilitación obligatoria.
Como consecuencia de ello el jefe la llamó por teléfono un día, mientras estaba de baja, y le presentó la documentación de despido, alegando dificultades económicas. “Vaja”, le dije yo cuando me dio la horrible noticia, “En lo que li has aportat a l’empresa durant més de 8 anys! I que moltes persones em deien, quan me les creuava pel carrer, que està contentíssimes amb tu per com els dediques la teua atenció y sempre que van volen que sigues tu qui les atenga? Què injust és el món!”
¡¡Experimenté un sentimiento de rabia como nadie puede imaginar!! Quise escribir un artículo a un periódico, quise difundir la tremenda injusticia que había soportado mi hija… Pero no lo hice.
Pero hoy, y con lágrimas en los ojos escribo, ya no puedo dejar de expresar, decir, contar… lo que esta tarde al llegar a casa y contestar al teléfono: “dis-me carinyet!” Mi hija, llorando a lágrima viva, me dice: “Mamá, ja m’han acomiadat”, m’he quedat sense feina!! És perquè estic embarassada, ho sé! Què!!! Mis oídos no daban crédito.
Llorábamos las dos mientras me contaba la manera en que le comunicaban cómo le habían dicho que no superaba el período de prueba. Las razones de la sinrazón que le daban para justificar la no superación de la misma. En un momento de la conversación ha comenzado a LLORAR DESESPERADAMENTE “què pesar tenía ella”, i quin pesar tenia jo”. “Encara no he parat de plorar, no puc”
Ella tenía miedo a decirlo por si se quedaba sin trabajo. Tuvo que hacerlo; ya no podía ocultar sus malestares, sus angustias.
Me había contado que la dueña se mostró con empatía, muy comprensiva, y le había dicho: “”no te preocupes, no te voy a despedir por estar embarazada””, contestación que hizo cuando la criatura le preguntaba, ¿No me renovarás el contrato por estar embarazada, verdad? ¡Si antes me hacía falta el trabajo, ahora me hace falta mucho más! Se sinceró.
Me lo contó satisfecha porque la conversación mantenida con la jefa había sido distendida y con mucha cercanía.
Pero hoy ya no se acordaba de esa conversación, ya había tomado su decisión.
Y se la comunicaba sin reparos, sin sentimiento, sin razón. ¿Es éste el mundo empresarial que tenemos? ¿Es éste el mundo empresarial que queremos?
Posiblemente otra persona en su lugar lo habría ocultado hasta superar el período de prueba, o hubiera cogido una baja continuada hasta llegar al máximo permitido…
“I què has fet perla?” Si t’hauràs sentit fatal!!!
“Mamà!! Em deia, plorant com una magdalena!! “No he volgut la baixa, he fet esforços per vindre a treballar!!! Sense dormir que he passat moltes nits!! En agonies que m’en he vingut!! I mira què m’ha passat!!». He estat una hora en el aparcament del Centre Comercial plorant i he telefonat a E.»
No te preocupes, a veces las cosas vienen mal y se repiten, y puede que sea para bien. Qué le tenía que decir!! Por mucho que creyera en lo dura que es la vida, ella, el, yo, nosotros, nosotras, vosotros, vosotras, necesitamos decirnos estas cosas, aunque por dentro creamos que es difícil. Aunque pensemos: «Esto no me está pasando a mí».
Y continuaba diciendo con la voz entrecortada, con las lágrimas resbalando por sus mejillas, lágrimas que veía a través del teléfono: «Mamà, ara no voldrá contratarme ningú, perquè estic embarassada» «I com passarem els mesos si me queda el cinquanta per cent del paro?
«Tranquil·la carinyet, no te preocupes, farem el possible i el impossible, buscarem les maneres de tirar endavant». «Ara tens que cuidar-te tu, i cuidar al teu bebé, a lo més bonic del món que portes dins de tu!!!»
¿Porqué habré educado a mis hijas en los valores de la honradez, de la verdad por delante, del tesón, de la responsabilidad…? ¿Porqué ellas lo son?
¡Y la mayor decepción también!
Remei Pau