
Los pinos, de forma natural, cuando les crecen las ramas buscando la luz, cada vez alcanzando mayor altura, secan las ramas inferiores por no poder ejercer la función clorofílica al carecer de luz.
En las pinadas montañosas situadas en lugares húmedos y fríos, cuando llega el invierno, si nieva, la nieve se acumula en las ramas cargándolas de sobrepeso. Las ramas jóvenes y verdes son flexibles, por lo que se liberan del sobrepeso sutilmente sin sufrir daños. Las ramas viejas y secas, en cambio son más rígidas y menos resistentes, por lo que el sobrepeso las rompe y las arranca contra el suelo. Haciendo así una poda natural, aunque el trabajo aún esté incompleto. En primavera, como dice el refrán, en abril aguas mil, las lluvias arrastran estas ramas hacia lo más profundo de la montaña, limpiando así el monte, previniendo de incendios.
Si esta poda no se realiza de forma natural, en la Comunidad Valenciana no es habitual que nieve, y tampoco de forma artificial, cuando surge un conato de incendio las ramas secas propagan el incendio, de consecuencias catastróficas e imprevisibles.
Curiosamente, con las administraciones públicas sucede exactamente lo mismo. Unas se van modernizando, mejorando, ampliando los servicios para la ciudadanía, como ramas verdes; otras en cambio intentan duplicar las funciones, acercarlas a la ciudadanía, defender proyectos políticos partidistas, gestionar lo que en su día fue rentable en manos privadas… o un poco de todo, que como ramas secas son ineficientes e improductivas.
Ha llegado el invierno, la crisis, la época de los recortes… pero no ha llegado la poda. Y sin la poda, ya sabemos lo que nos espera… Si sube la prima de riesgo, si el turismo no repunta, si el consumo no mejora, si la inversión no aumenta, en definitiva si la economía no mejora, llega el incendio y todo el entramado institucional arderá y se nos vendrá abajo.
Quien tiene que hacer la poda son los responsables de las ramas secas también, por lo que difícilmente aceptarán su inmolación. Son los puestos asignados a dedo los que ponen en jaque el sistema. Son los privilegios de los cargos públicos los que ponen en peligro al conjunto de las instituciones. Necesitamos podar… y es que en la Comunidad Valenciana no nieva.
Miguel Costa, Alzira 2 de julio de 2012
Tan cierto y sencillo como escribes en este artículo.
El paciente se desangra y para más inri no le quitamos las sanguijuelas sino que sumamos más y más. No sirve de nada eliminar profesores, médicos… si sigue habiendo el mismo número de políticos.
Existen organismos descomponedores que se encargan de eso mismo, descomponer las ramas secas, lo cual acaba aportando al suelo materia orgánica, que contribuye a aumentar por un lado la permeabilidad del mismo y la cantidad de humedad presente, por cierto indipensable para evitar la propagación de incendios. Si, he dicho propagación, por que no olvidemos que salvo en las tormentas eléctricas, los que provocan los incendios no son las ramas,sino las personas. Y es ahí donde debería de actuar la administración. No hay que olvidar, que ramas, arbustos..etc contribuyen a que disminuya la escorrentía superficial, y por tanto aumente la erosión, grave problema en nuestras latitudes. no se puede comparar la tundra o ecosistemas boreales a nuestros ecosistemas mediterráneos, y por lo tanto la gestión de dichos espacios ha de ser diferente.