
En el Valle de la Murta, en tiempos pasados llamado Valle de Miralles, podemos encontrar “Hornos de Cal”. Estas construcciones se llevaban a cabo en montes, donde se encontraban las materias primas utilizadas para su funcionamiento: la piedra caliza y la leña.
Tiempo atrás, la cal era uno de los elementos imprescindibles de nuestra sociedad, su uso mas extendido, era para la elaboración de mortero o argamasa, empleado en la construcción, ya que la cal tiene la propiedad de adquirir gran dureza al tomar contacto con el aire. Pero sus utilidades eran múltiples, las casas se blanqueaban con cal, los médicos recetaban agua de cal, las viñas se salpicaban con cal, las piaras se desinfectaban con cal, se utilizaba como desinfectante en enfermedades contagiosas como el Cólera y el Tifus, en la prevención de infecciones en enterramientos de cadáveres etc…….
Era habitual que cada casa tuviera un rincón reservado a la tinaja de cal. Tanta demanda exigía una gran producción. Los hornos de cal eran como pequeñas fabricas en las que, con fuego, se convertía la piedra calcárea en cal.
Un horno de cal consistía en un pozo de unos dos o tres metros de ancho con la misma distancia de profundidad aproximadamente, que se tapiaba hasta la superficie del terreno. Por uno de los laterales se realizaba una rampa de acceso hasta la base del pozo, por donde se introducía la leña que mantenía el horno a la temperatura adecuada.
Para producir cal, primero se preparaban, junto al horno, fajos de leña, procedentes de la desmochada de las ramas bajas de los pinos de los alrededores, se extraía la piedra del monte o de alguna cantera cercana y se aproximaba al horno. Acto seguido, con grandes piedras se componía una bóveda partiendo de la base interna del horno, se cerraba en falsa cúpula por aproximación de hileras a través de una llave y se dejaban agujeros entre las piedras para que pudieran pasar las llamas, para lo cual se requería grandes dosis de paciencia y maestría. Sobre esta bóveda, el resto de horno se llenaba de piedra viva hasta la superficie y se cubría con tierra para aprovechar al máximo el calor. El vacío bajo la bóveda se llenaba de leña con la que se prendía el fuego. Durante el proceso, que duraba entre veinticinco y treinta horas, era necesario añadir leña para mantener la temperatura, para lo cual se dejaba un agujero en el lateral de la bóveda, por donde se accedía a través de la rampa excavada. Pasado ese tiempo se dejaba de alimentar el horno, la piedra ya estaba calcinada, había que dejar pasar un par de días para que la piedra se enfriara. Una vez fría, la piedra se apilaba en los alrededores del horno y se tapaba cuidadosamente con ramas para evitar que se mojara, ya que esto la podía deteriorar. Ese proceso se realizaba en épocas de buen tiempo en previsión de pocas lluvias.
Según podemos leer en los escritos sobre el Monasterio de la Murta, la persona encargada del cuidado y administración del valle en que se ubicaba el Monasterio, se denominaba Vallero. De él dependían los corrales, colmenas, neveras, la fuente, pinadas, hornos de cal etc.*
Así mismo, podemos deducir la importancia de la fabricación de cal en tiempos pasados, basándonos en las Actas Capitulares del Monasterio de la Murta, que dicen así:
Año 1766, noviembre 28, Alzira.
“En 28 de noviembre 1.766 nuestro padre prior Francisco Bononat mando tocar a capitulo a vocales… Y propuso Su Paternidad que cualquiera que quisiese entrar en dicha redonda ha hazer leña o algún horno de cal fuesse con lisencia de Su Paternidad mediando memorial del pretendiente, y los memoriales se guarden en el archivo.”
Año 1800, febrero 1, Alzira.
“En el día 1 de febrero nuestro padre prior fray Pedro Cuenca mandó tocar a capitulo de orden sacro. Y estando los padres vocales en la librería, como es costumbre, dijo Su Paternidad como el señor abad del real monasterio de Valdigna le avia enviado una carta con un religioso en la que suplicava a esta comunidad favoreciese a aquella en el permiso de poder hacer un orno de cal y cortar si fuere menester algunos pinos para una obra que piensan hacer en la granja junto a Albalate. Y en atención a los favores que esta comunidad tiene recibidos de aquella, convino en dar la licencia para hacer el dicho orno y cortar los dichos pinos en la redonda de este monasterio.”
En el Valle de la Murta, podemos localizar cinco hornos de cal, de los cuales el mejor conservado se encuentra detrás de la casa del guarda, a pocos metros de la pista que transcurre por la umbría del valle.
Salvador Iñigo