Villar de Cañas, tan lejos, tan cerca /Opinión: Vicente Furió

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El segundo Consejo de Ministros, presidido por Mariano Rajoy, tomó múltiples medidas económicas (en otro artículo reflexionaremos sobre las mismas) y decidió que la localidad de Villar de Cañas (Cuenca) albergue el Almacén Temporal Centralizado (ATC) o lo que es lo mismo, un depósito de residuos nucleares.

La impopular decisión ha sido celebrada en Villar de Cañas como si del gordo de la lotería se tratase mientras en la población valenciana de Zarra, optaba al ATC,  ha sentado como si un jarro de agua fría cayese por encima de la mayoría de sus habitantes, al ver escapar una oportunidad de conseguir recursos, para una comarca muy castigada por el empleo precario y el paro.

Gobernar es lo que ha hecho Mariano Rajoy, es decir, tomar decisiones: unas gustan y otras producen desencanto pero lo que no se puede consentir es que los políticos quieran subsistir en la ambigüedad y dediquen parte de su tiempo a marear la perdiz. Además, este perfil de decisiones hay que tomarlas en caliente, cuando se empieza a disfrutar del poder recién alcanzado. Así se alberga la esperanza de que el desgaste político que puede significar esta instalación en tierra española se vaya diluyendo con el paso del tiempo. Quedan cuatro años por delante antes de afrontar las próximas elecciones generales.

Cospedal y el sapo

Por ello, no es de extrañar el silencio de María Dolores de Cospedal. Se ha tragado un sapo de inmensas dimensiones. Debe estar acostumbrada a ello para conservar su piel insensible a la contradicción. En enero de 2010, María Dolores aspiraba a ser lo que ahora es: presidenta de la Comunidad de Castilla-La Mancha. Entonces, desde la oposición no tuvo reparo alguno en asegurar que “no debe instalarse ningún almacén nuclear temporal en Castilla-La Mancha”. Una aspiración que no ha sido tenida en cuenta por su jefe de filas. Una vez más, los políticos cambian sus discursos, en función de la situación en la que se encuentran: gobierno u oposición.

Desde la barrera todo lo ven mal y lo critican. Cuando les toca torear, todo lo observan desde el lado positivo. Esta es una, sólo una, de las razones por las que pierden la credibilidad y se encuentran tan pésimamente valorados por la misma sociedad a la que dicen servir. Si María Dolores quiere continuar en la primera línea de la política y mantenerse (número dos del PP) cerca de Mariano e incluso acceder a un ministerio en un futuro, ya sabe que le toca guardar silencio, ser una buena chica, no incomodar al patrón y nadar en la contradicción.

Fabra, sonríe

El presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, ha sonreído y se ha mostrado satisfecho de que el ATC sea ubicado en Villar de Cañas. Esta decisión la ha vendido a la opinión pública como si de una gran victoria fuese. Y, precisamente, lo hace él que en tierras valencianas mantiene la Central Nuclear de Cofrentes, en pleno Valle de Ayora. Al igual, como si se le pregunta, se mostrará favorable al uso de la energía nuclear en lugar de descartarla y apostar por otras alternativas.

Si prestamos un poco de atención, nos daremos cuenta que la alegría dura poco en casa del pobre. Zarra se encuentra del centro de Valencia a 140 kilómetros y Villar de Cañas a 232. Es decir, la diferencia es de 92 kilómetros. La población conquense está a tiro de piedra de otras valencianas que, en el supuesto y no deseado de un accidente, se verían muy implicadas como, a buen seguro también sucedería con los habitantes de la capital del Turia.

Los riesgos que pueda proporcionar el ATC, por lo tanto, los seguimos teniendo encima de nuestras cabezas. En cambio, los beneficios económicos que pueda aportar se han entregado a nuestros vecinos de Cuenca. Después, de esta consideración, ¿siguen existiendo motivos para sentirse satisfechos?

Despilfarro e incoherencia

Este “regalito” del ATC se hacía necesario. Desde el pasado uno de enero de 2011, España abona 60.000 euros diarios a Francia por almacenar sus residuos. Una cifra que al multiplicarla por 365 días produce escalofrío. Los distintos gobiernos de José Luís Rodríguez Zapatero no se atrevieron a tomar la decisión que los intereses de España requerían. Las guerras partidistas entre las Administraciones central, autonómicas y locales, tal vez, lo impidieron. Unos y otros han dañado los intereses de los españoles. ¿Se imaginan dicho dinero destinado a actividades sociales?

A mí, la energía nuclear no me causa ningún entusiasmo pero mientras se mantenga en España hay que ser prácticos y coherentes. Hay que evitar el gasto de los 60.000 euros diarios, por ejemplo. Además, los ciudadanos (incluyendo los políticos) solemos vivir en la incoherencia: queremos que la electricidad no falte; queremos cobertura para nuestros teléfonos, en cualquier punto de la geografía; queremos agua en todo momento… Y al mismo tiempo, no deseamos residuos nucleares; no deseamos antenas de telefonía en nuestros tejados y no deseamos trasvases o desalinizadoras… Somos egoístas: deseamos sólo lo bueno para nosotros y lo malo para los demás. ¿Llegará el día que sepamos a dónde queremos ir ó continuaremos siendo arrastrados por unos oportunistas líderes?

Vicente Furió

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